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La Puerta de Ishtar de Babilonia

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La monumental Puerta de Ishtar, parte de la cual se exhibe en el Pergamonmuseum, en la Isla de los Museos de Berlín, fue construida en el año 575 a.C. por Nabucodonosor II, llamado El Grande (630 a.C. – 562 a.C.), bajo cuyo reinado el Segundo Imperio o Época Neobabilónica alcanzó su máximo esplendor.

Este nuevo imperio fue fundado por su padre Nabopolosar,(658 a.C. – 605 a.C.), que liberó la ciudad de Babilonia del dominio asirio, convirtiéndola en la mítica ciudad cuyas leyenda ha llegado hasta nuestros días.

Babilonia fue reconstruida y protegida por una doble muralla rectangular con ocho puertas monumentales, cada una de ellas dedicada a una divinidad. La más famosa de todas era la Puerta de Ishtar, construida en el lado norte y denominada así en honor de la diosa de la guerra y de la fecundidad.

La Puerta era una estructura doble, con una parte interior más alta y otra exterior más baja, que es la que se exhibe actualmente en el museo (a una escala inferior). Dicha parte estaba formada un arco de medio punto, como un enorme arco triunfal de una altura de unos doce metros, flanqueado por dos torreones cuadrangulares rematados por almenas. El edificio no era macizo, tenía dependencias en su interior. El techo y sus puertas eran de cedro y originariamente habían dos esfinges dentro del arco de la puerta, actualmente desaparecidas.

Estaba situada al principio de la Vía de las Procesiones o Vía Sacra, que recorría los principales edificios de la ciudad de Babilonia y llevaba al Templo de Marduk. Dicha vía estaba protegida por más murallas monumentales y decorada por 120 esculturas de leones de adobe.

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Todo el conjunto está revestido por ladrillos de cerámica vidriada, destacando del resto de edificaciones de su alrededor. La mayoría de ladrillos son de color azul oscuro y hay otros dorados o rojizos que se disponen sobre el fondo azul, dibujando la silueta de toros, leones y seres mitológicos, como “uros” (una especie de vaca) o los “sirrush” (dragones con cuerpo recubierto de escamas, patas traseras de águila y delanteras de león, que representaban a Marduck). Todos estos seres estában dispuestos en filas paralelas, dotando de gran dinamismo y un sentido rítmico a la composición. Estos relieves con decoración de animales eran muy característicos de las ciudades mesopotámicas y, después de los expolios a los que se sometieron durante décadas los yacimientos arqueológicos por parte de expediciones europeas, hoy pueden visitarse en los principales museos de Londres, París o Berlín.

En la parte inferior de la puerta hay una cenefa, o zócalo, decorada con filas de grandes flores blancas y amarillas que parecen margaritas. Motivo que se repite en también en el arco y en la parte superior de las torres.

Esta utilización de la cerámica vidriada en la arquitectura de la zona no era casual. En el terreno de Mesopotamia no había materiales pétreos para construir, pero si barro y arcillas, por eso el ladrillo se convirtió en el elemento constructivo más importante. El proceso consistía en mezclar arcilla con restos vegetales, dando forma a la masa mediante moldes y cociéndola en hornos montados junto a las construcciones. Con los años y el perfeccionamiento de la técnica se llego a la fabricación de la cerámica vidriada, y se comenzó a utilizar arquitectónicamente como un revestimiento esplendoroso de paredes hechas de materiales pobres. Fue en Babilonia donde la utilización de la cerámica como revestimiento alcanzó su mayor apogeo.

De tal importancia fueron los edificios construidos en la ciudad, que su mito, basado seguramente en las numerosas menciones del Antiguo Testamento, se ha convertido durante miles de años en un símbolo de la arrogancia humana, y esto es la prueba de su monumentalidad y valor artístico.