CLASICISMO EN LA FRANCIA DEL SIGLO XVII: IGLESIAS

CONTEXTO HISTÓRICO:

Barroco y Clasicismo francés son las denominaciones utilizadas para designar los estilos artísticos que se desarrollados en Francia durante el siglo XVII, caracterizados por haber conseguido una manera propia de concebir el arte. En el país galo se creo un estilo con un sustrato clasicista y algunas concesiones al barroquismo, bastante diferenciado de las formas barrocas italianas que inspiraron al resto de países del continente.

El Clasicismo va ligado al Absolutismo francés, una forma de Estado iniciada con el reinado de Enrique IV (entre 1589 y 1610), que continuó con su hijo Luís XIII (de 1610 a 1643) y alcanzó su punto álgido con la subida al trono de Luís XIV, el Rey Sol (entre 1643 y 1715), cuando Francia sustituyó a España en la hegemonía europea. El sistema comenzó a entrar en decadencia durante el reinado de Luís XV (de 1715 a 1774) y terminó abruptamente en 1789 con la Revolución Francesa, reinando Luís XVI.

Fue una forma de gobierno coreada por pensadores, literatos y artistas que suponía una gran exaltación de los valores nacionales. A eso se unió, en tiempos del Rey Sol, una mejora en las cuentas del Estado y una explosión de las obras públicas, generándose entre las élites un fuerte sentimiento identitario de nación poderosa.

Louvre Rigaud Francia Luís XIV Rey Sol historia pintura

Retrato de Luís XIV, Hyacinthe Rigaud, 1701

Debido a la centralidad del Estado, París se convirtió en el epicentro de la evolución arquitectónica clasicista, mientras que el resto de Francia quedaba en un nivel más atrasado, limitándose en muchos casos a copiar lo que se estaba construyendo en la capital.  Los antecedentes del esplendor clasicista parisino están en la reforma urbanística de la ciudad, ordenada por Enrique IV a principios del siglo XVII, inspirándose en el amplio programa de obras públicas ejecutado en la ciudad de Roma por el papa Sixto V (de 1585 a 1590) para embellecerla y recuperar el prestigio y grandeza que tuvo en tiempos pasados.

Sucesivas reformas de la capital la fueron convirtiendo en un espacio de representación en el que las plazas se convirtieron en lugares de encuentro de la aristocracia y las grandes avenidas se llenaron de edificios con fachadas unitarias y equilibradas.

Con la llegada al poder de Luís XIV el arte y la arquitectura adquirieron una función política: la de impresionar a la población y transmitirle la grandeza y poder de la monarquía. Ya no se quería imitar a Roma, sino superarla, convirtiendo a París en la nueva capital del mundo y centro internacional del arte.

plano París ciudad Merian

Plano de París de Matthäus Merian, 1615

Visto el poder de la religión en Francia, después de los conflictos religiosos acaecidos en el país (la Matanza de San Bartalomé en la que se masacró a la población hugonote había ocurrido en 1572), la monarquía absolutista no perdió la oportunidad de aprovechar a su servicio este influyente factor. Los reyes apostaron por una variante del catolicismo romano, el galicanismo, que era una iglesia nacional e integradora, exponente de los valores franceses, lo que la obligaba a caracterizarse con un estilo también nacional, inspirado en el clasicismo y diferente del cargado barroquismo imperante en Europa, que demostrara que el poder político y cultural de Francia estaba por encima del resto de países europeos, incluida la España imperial.

La influencia de los grandes pensadores (como Descartes, Pascal,…), los descubrimientos científicos que comenzaron a convertir a las ciencias en materias rigurosas (aplicando estudios de perspectiva, técnicas constructivas, estereotomía, geometría, etc,…en lugar del tradicional “prueba y error”) y el auge del positivismo, provocaron en los arquitectos franceses una vuelta a los valores clásicos, interpretados con serenidad y rigor. Ya no se conformaron con imitar a los italianos, sino que se dedicaron a estudiar y aplicar en las técnicas constructivas los nuevos conocimientos científicos, diseñando un lenguaje nuevo.

La inspiración en la Antigüedad clásica fue una constante. Se ideó una arquitectura elegante, esbelta, sobria y refinada, con proporción y contención. Un estilo de una pureza clásica indudable que no basculaba hacia el dinamismo, el retorcimiento o la exageración de curvas y contracurvas del resto de barroco europeo sin renunciar a los elementos manieristas y medievales góticos de la arquitectura tradicional francesa.

Era una arquitectura muy equilibrada y sin excesos ornamentales en la que todo resultaba calculado, estudiado y proyectado, pero al mismo tiempo con gracia y viveza. los arquitectos estudiaron los materiales, colores y luces, llegando a la conclusión de que la combinación de piedra, ladrillo y pizarra era la más óptima para la belleza, durabilidad y aislamiento de los edificios.

Las obras se caracterizan por la superposición de órdenes, la severidad cromática, una tendencia a la verticalidad de unos paramentos muy diáfanos y limpios y unos interiores distribuidos racionalmente. Es por todos esos factores que se comenzó a denominarse con el término de “clasicista” opuesto al “desequilibrio” del barroco europeo.

Las fachadas de las iglesias se construían superponiendo varios pisos y decorándolos con columnas pareadas, imitando al modelo por excelencia de la arquitectura francesa del momento: el palacio. La cúpula se convirtió en el elemento más característico de la arquitectura templaria. Descansaban sobre esbeltos tambores y su visión no se veía distraída por ningún otro elemento, al desaparecer las torres que en otros estilos y épocas flanqueaban las fachadas, permitiendo que destacaran con todo su esplendor visual, sirviendo de eje y referencia al imaginario ciudadano. Al mismo tiempo, todo el espacio que circundaba a la iglesia se diseñaba para resaltarla y embellecerla, lo que la convertía en un elemento ordenador del urbanismo de la ciudad.

IGLESIAS MÁS REPRESENTATIVAS:

SAINT-GERVAIS-SAINT-PROTAIS:

Es una iglesia de estilo gótico flamígero situada en Le Marais de París, justo detrás del Ayuntamiento de París. Su fachada oeste se considera la primera construcción religiosa importante del clasicismo francés. Se levantó entre 1616 y 1621, y se atribuye a Salomon de Brosse (que al mismo tiempo estaba construyendo el Palacio de Luxemburgo para María de Médici) y Claude Métezeau. Se compone de tres cuerpos horizontales y verticales, con columnas pareadas en superposición de órdenes: dóricas en el inferior, jónicas en el central, encuadrando un gran vitral y hornacinas laterales, y corintio en el superior. Corona la fachada un frontón curvo.

Podemos encontrar influencias de los palacios franceses mezcladas con la del barroco temprano romano de la fachada del Gesú de Vignola. El pórtico clásico rematado con un frontón triangular y el marcado escalonamiento y los volúmenes de las columnas, tan sobresalidas que generan juegos de luces y sombras en toda la superficie, serán una constante en la arquitectura religiosa francesa.

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SAINT-ETIENNE-DU-MONT:

Es una iglesia del Barrio Latino de París situada al lado mismo del Panteón. Alberga las reliquias de Santa Genoveva, patrona de la ciudad. Aunque hay restos de templos anteriores desde el siglo VI, el actual se empezó a construir en 1492. Son barrocos únicamente la fachada, cuya primera piedra fue puesta por Margarita de Valois (la reina Margot) en 1610, y el campanario, de 1624. La fachada, se compone de dos cuerpos superpuestos de gran pesadez, el inferior rematado por un frontón triangular y el superior por uno circular. Está coronada por un gigantesco gablete triangular barroco-clasicista. Toda la fachada es una amalgama de rosetones, pináculos, tímpanos, volutas y pilastras que forman un conjunto muy original y de gran belleza, la mayoría restaurado en el siglo XIX por el arquitecto Baltard.