Pieza de Conversación: Juan Muñoz y Michel Foucault

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Relación del texto de Foucault “El Sujeto y el Poder” con la obra de Juan Muñoz “Pieza de Conversación”

La obra de Juan Muñoz, “Pieza de Conversación” (1994), se compone de una serie de figuras conceptualmente idénticas que están divididas en dos partes claramente diferenciadas: la superior, con forma de una figura humana (cuerpo, brazos y un rostro con los contornos muy bien definidos, aunque despersonalizados) y la inferior, una especie de bolsa, saco o esfera, de apariencia pesada, que da a las figuras la apariencia de tententiesos.

Las figuras están dispuestas en un patio, sus gestos son amables, no hay crispación en su movimiento congelado. Todas son de un color gris cerúleo y su tamaño es un poco inferior al natural. El artista usó papel maché, resina y bronce para construirlas, materiales que le permitieron un modelado muy conseguido y detallista.

Juan Muñoz (Madrid, 1953 – Eivissa, 2001), fue un artista muy erudito y amante del barroco, del que tomaba prestado los juegos de equívocos entre realidad y artificio y el ilusionismo de muchas obras de aquella época. También poseía un gran conocimiento de las corrientes de pensamiento y de sus autores, algo que acababa plasmando en sus obras.

Las características de esta obra me facilitan poder establecer una serie de comparaciones con el texto de Michel Foucault (Poitiers, 1926 – París, 1984), “El Sujeto y el Poder” (1982). Los paralelismos que pueda encontrar y que voy a explicar a continuación, son fruto tanto del conocimiento que tengo de las dos obras, como de mi punto de vista personal, que puede parecerse o diferir hasta el infinito con el de la persona que esté leyendo este texto.

Según Foucault hay dos significados de ser humano como “sujeto”: el sujeto a algún otro sujeto, mediante mecanismos de control y dependencia y el sujeto a si mismo, a su propia identidad, ya sea a través de la manipulación de su conciencia o por el conocimiento que tiene de si.

Lo que expresa Foucault lo podemos trasladar a las figuras de Muñoz: están sujetas por ese saco macizo que ocupa el lugar de sus piernas. No tienen movilidad, les han limitado el poder de acción. Aunque puedan pensar, expresarse y hablar (que para eso tienen cabeza, boca, ojos y brazos), no se pueden mover del sitio donde las han colocado. La sensación que dan esas bases pesadas es que si se mueven, se caerán al suelo, solas o arrastrando a otras en la caída, con el agravante de tener que levantarse con semejante lastre encima, algo para algunas serà imposible.

Las personas-tententieso de Muñoz están posicionadas formando grupos y algunas más aisladas. Por su propia naturaleza y composición, han sido situadas por “alguien” que no está en la escena ni podemos ver. En conjunto forman una pequeña sociedad. Ellas, el espacio que ocupan y el sujeto invisible (sujeto de poder) que ha pensado como disponerlas a su conveniencia, forman un “Estado”, que integra a las personas sometiendo su individualidad a un conjunto de normas, es decir, disciplinandolas.

El disciplinamiento de las figuras es tan sutil, tan racional y efectivo, que ni ellas mismas se dan cuenta, porque sus gestos son amables y tranquilos, las vemos a gusto, plácidamente paradas en el lugar donde las han colocado. Su inmovilidad es esa pasividad de los subyugados que necesita todo sujeto de poder para no tener que mostrar su verdadera naturaleza, seguramente violenta.

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“Pieza de Conversación”. Juan Muñoz, 1994.

El dominio absoluto de los medios de comunicación, ha sido el mecanismo a través del cual  el sujeto de poder ha conseguido anular cualquier tipo de resistencia o posibilidad de enfrentamiento con las figuras sonrientes. A través de los medios, le ha explicado a cada una de las figuras  “quien es” y también “quienes son los demás”, así como “cuál es el sitio de cada una”.

Para simplificar dicha acción, el sujeto de poder ha agrupado al inmenso abanico de individuos en una serie de arquetipos limitados y muy reconocibles por cualquiera a fuerza de verlos constantemente repetidos en los medios. Los tententiesos humanoides responden a ese modelo de arquetipos: todos son similares, tienen el mismo color y tamaño y parece que estén haciendo lo mismo. Además, aunque estén en posición de conversar, si nos fijamos bien, ni se miran, ni se hablan, y eso es porque ya no lo necesitan, la única vía de comunicación válida es la que va desde el sujeto de poder (a través de los medios) hasta el interior de cada individuo.

Los sujetos creen que lo que hay dentro de su cabeza es la verdad, entonces no hace falta que dialoguen entre ellos y compartan y enriquezcan sus opiniones. El sujeto de poder los ha alienado. Es una acción muy efectiva para evitar posibles enfrentamientos presentes o futuros. Una tertulia entre individuos puede llegar a conclusiones dañinas para el sujeto de poder y por lo tanto amenazar su status. Es necesaria la incomunicación entre las masas.

A estas alturas ya hemos llegado a la conclusión de que los individuos no son realmente libres, pero si observamos a las figuras de Muñoz no parece que se hayan dado cuenta de ello. Esas bolsas que conforman sus bases y las inmovilizan seguramente no se han formado ni rellenado súbitamente. A través de la historia, diferentes sujetos de poder que han ido sustituyéndose unos a otros, han creado un marco de leyes, disposiciones, reglamentos, tradiciones y costumbres que ha impregnado totalmente a la sociedad, formando parte de su mismo ADN. No sería de extrañar que si intentáramos mover un sujeto-tententieso descubriéramos que se encuentra anclado en el suelo por unas profundas raíces, como si fuera un árbol.

Las figuras se sienten libres y felices en su alienación. Si no fuera así, podría generarse un conflicto o enfrentamiento. El objetivo de todos los mecanismos puestos en marcha por el sujeto de poder es evitar que se llegue a ese punto, y eso debe hacerlo tan racionalmente que los subyugados no se den cuenta que están siendo manipulados. Cualquier atisbo de sumisión forzosa, de falta de libertad dejaría de ser una relación de poder tal como la contempla Foucault y se convertiría en una dominación.

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“Pieza de Conversación”. Juan Muñoz, 1994.

Juan Muñoz diseñaba sus obras para que los espectadores se integraran en ellas. La “Pieza de Conversación” invita a relacionarse con ella, a pasear entre sus figuras y esto se convierte en un ejercicio impactante que acaba provocando una sensación de incomodidad. La intención del artista es que los visitantes reflexionen al verse atrapados en medio de esas figuras inmóviles y silenciosas, que las observen y que intenten descubrir que se esconde detrás de sus rostros anónimos e impersonales.

Finalmente los visitantes acabarán entendiendo que las figuras, a pesar de estar reunidas en un mismo grupo, no se relacionan entre si. No solo están incomunicadas unas de otras, sino que, aunque alguien intentara interactuar con ellas, sería en vano, porque siempre se mostrarían ajenas a su presencia, rechazándolo. Seguramente el espectador acabará viéndose reflejado en las figuras que contempla, de ahí su incomodidad.

Puede ser terrorífico el entender que los humanos somos como esas figuras: impersonales, alienadas, similares unas a otras como fabricadas en serie, puestas en aquel lugar por alguien que las ha distribuido a su antojo o interés, incomunicadas a pesar de pertenecer a un grupo, sin posibilidad de movimiento, con cierta sensación de inestabilidad y que cualquier intento de desplazamiento o cambio puede resultar traumático, pudiendo acabar en el suelo. Pero, a pesar de todo felices, sin el menor síntoma de sufrimiento o sumisión.

Dichas reflexiones pueden verse incrementadas cuando nos damos cuenta que no estamos solos en medio de las figuras, sino que hay otros espectadores, humanos como nosotros, con los que tampoco nos estamos comunicando. Al igual que los tententiesos, tampoco compartimos o contrastamos lo que estamos sintiendo, ni discutimos sobre la obra. En definitiva Juan Muñoz ha conseguido que sus creaciones inanimadas y los humanos que las observamos seamos iguales, todos nos hemos convertido en su “Pieza de Conversación”.

Hemos sido manipulados, tan sutilmente como nos cuenta Foucault en su texto, racionalmente como tan bien saben hacer los sujetos de poder que nos describe, pero Juan Muñoz nos ha obligado a darnos cuenta de ello, Sus figuras han actuado hacia nosotros como un espejo y, tal vez, ese descubrimiento nos induzca a buscar un cambio…

PEC Últimas Tendencias de Arte, curso 2014-2015 UNED