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La Dama de Elche

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La Dama de Elche es una escultura íbera de piedra caliza piedra caliza, datada entre los siglos V y IV a.C.. Mide 56 cm. de altura, 45 cm. de anchura y pesa 65,08 kg.. En su parte posterior posee una cavidad casi esférica de 18 cm. de diámetro y 16 cm. de profundidad.

Fue hallada casualmente cuando, el 4 de agosto de 1897, se realizaban labores agrícolas en los terrenos que poseía el doctor Manuel Campello en la Loma de la Alcudia, junto a Elche. Los obreros de la finca estaban realizando el desmonte de la ladera sureste de la loma cuando uno de ellos, en un golpe de azadón, tropezó con ella (se puede ver aun la marca del azadón). Su localización y su situación desvelan que se trató de una ocultación intencionada, seguramente para protegerla de algún peligro, puesto que para su seguridad se construyó un semicírculo de losas protectoras que delimitaban el espacio suficiente para albergar la escultura. Una vez depositada la pieza se rellenó con arena, permitiendo que la Dama llegase al momento de su descubrimiento conservando buena parte de su policromía. Los descubridores la bautizaron como “Reina mora”.

El suegro del Doctor Campello se dedicaba a la arqueología por afición y tenía una importante colección de objetos íberos encontrados en sus tierras de labor y en los alrededores de Elche. De hecho, muchos de esos objetos también se encuentran entre los fondos del Museo Arqueológico Nacional, gracias a un acuerdo entre la familia y la Real Academia de la Historia.

Todo Elche conocía el hallazgo y era tema frecuente de conversación aunque, como es normal, no todos podían acceder a casa del Doctor a contemplar la pieza, como anécdota, contar que un día se expuso en el balcón de la casa para que todos los vecinos pudieran verla.

Dio la casualidad de que Pedro Ibarra Ruíz, archivero de la ciudad, invitó al arqueólogo francés Pierre Paris a la fiesta del Misteri d’Elx (actualmente Patrimonio Inmaterial de la Humanidad) el 25 de agosto. Cuando Paris vio el busto íbero, supo que se trataba de una verdadera joya y envió una fotografía al Louvre recomendando la compra inmediata de la obra. El museo, muy interesado, buscó un mecenas y, ofreciendo una importante suma de dinero (4.000 francos de la época), adquirió el busto.

Una de las primeras fotografías tomadas de la Dama.

Una de las primeras fotografías tomadas de la Dama.

El 30 de agosto de 1897 la diosa íbera salía bien empaquetada rumbo a la capital francesa donde fue bautizada como la Dama de Elche y expuesta en el Museo del Louvre, creando un hondo malestar entre los defensores del Patrimonio Histórico. En 1941, aprovechando el entente entre el gobierno del General Franco y la Francia ocupada por los alemanes, por medio de un intercambio de obras de arte, pudo regresar a España junto con otras obras que se hallaban en Francia.

La Dama llegó a Irún el 8 de febrero de 1941, e ingresó en el Prado dos días después, donde se montó una exposición con todas las obras intercambiadas con el país vecino. En 1971, la escultura fue trasladada al Museo Arqueológico Nacional, donde podemos visitarla actualmente, aunque continua siendo propiedad del Museo del Prado.

El dirigente nazi Heinrich Himmler en su visita al Museo del Prado en 1941.

 El dirigente nazi Heinrich Himmler en su visita al Museo Arqueológico Nacional en 1940, contemplando la reproducción de la Dama de Elche realizada por Ignacio Pinazo en 1908.

Considerada como la obra más perfecta de la escultura ibérica, esta «dama» está cargada de interrogantes. Ha llegado incluso a ser considerada una falsificación de fines del siglo XIX, dictamen sin base científica, ya que el análisis de su policromía realizado por el CSIC en 2005 evidenció la antigüedad del pigmento y, además, en la época de su hallazgo se desconocían ciertos detalles de la vestimenta ibérica que presentan tanto la dama como otras obras halladas más tarde.

En el momento de su hallazgo, llegó a creerse incluso que el personaje representado era un hombre o que no era íbera, sino romana y se había esculpido en la época augustea. Paralelamente, se ha interpretado como la representación de una diosa, o de una sacerdotisa, o de algún personaje regio o de la aristocracia adornada para una ceremonia especial y ataviada con sus mejores galas.

Ciñéndonos a las ideas más comúnmente aceptadas y dignas de consideración, daremos por cierto que el busto hoy conocido como Dama de Elche es cuanto nos queda de una escultura de cuerpo entero, ya que los iberos, como sus maestros los griegos y fenicios, concebían el ser humano como un todo indivisible. En ese sentido, los toscos golpes que podemos observar en la parte inferior de la pieza denotan una talla apresurada, propia de quien, tal vez a principios de nuestra era, cortó la obra originaria para reutilizarla.

Es muy probable que, tras esta mutilación, el busto fuese usado como urna cineraria, sirviendo la cavidad trasera para introducir las cenizas de un ibero romanizado. En 2011 se analizaron micropartículas de dicha cavidad deduciendo que pertenecían a cenizas de huesos humanos.

Cavidad en la espalda de la Dama.

Cavidad en la espalda de la Dama.

Resulta difícil imaginar la obra en su estado original: pudo ser concebida como la imagen de una importante dama que se presenta en un santuario, en pie, como es el caso de la Gran dama oferente del Cerro de los Santos, o también pudo ser una efigie de diosa sedente, como la Dama de Baza, señora del más allá que sirvió de urna cineraria en la tumba de la matriarca de una familia aristocrática.

La escultura está bien conservada, aunque con numerosos golpes y erosiones. Conserva restos de policromía en los labios y zonas puntuales de rostro y vestimenta. Originalmente sus ojos estaban rellenos de pasta vítrea y estuvo ricamente policromada con tonos rojos, azules y amarillos.

Vista desde arriba de la Dama.

Vista desde arriba de la Dama.

La dama va ricamente ataviada: en la cabeza lleva un tocado formado por una tiara puntiaguda cubierta por un velo y encima un tirante que une los dos rodetes laterales o “estuches” que enmarcan el rostro, donde iría recogido el peinado y una diadema sobre la frente; la espalda y los hombros se cubren con un pesado manto de tela gruesa que forma pliegues en la parte de delante y deja al descubierto tres collares con anforillas y porta-amuletos y una pequeña fíbula que cierra la túnica en el escote. A los lados del rostro cuelgan dos largos pendientes de placas e ínfulas. Son reproducciones de joyas que tuvieron su origen en Jonia en el siglo VIII a. C. y que después pasaron a Etruria. En los últimos análisis se descubrió un pequeño fragmento de pan de oro en uno de los pliegues de la espalda. Esto induce a suponer que las joyas de la escultura estaban recubiertas de pan de oro.

A pesar de su indumentaria plenamente autóctona, técnica y estilísticamente se considera una obra de fuerte influencia griega, posiblemente realizada por un artista de este origen, tal vez ligado al cercano puerto de Santa Pola, tras recibir el encargo de un personaje ibérico de alto rango.

El hallazgo de la Dama de Elche ayudó a configurar y dar personalidad propia a la cultura ibérica dentro del contexto mediterráneo.

Galería de fotografías propias que hice a la Dama en mi visita al Museo Arqueológico Nacional:

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Ficha Catalográfica del Museo Arqueológico Nacional:

Inventario

1971/10/1

Clasificación Genérica Escultura; Piedras; Mundo funerario
Objeto/Documento Busto
Tipología/Estado Antropomorfa
Materia/Soporte Caliza
Técnica Labrado
Policromado
Dimensiones Altura = 56 cm; Anchura = 45 cm; Grosor = 37 cm; Peso = 65,08 Kg
Iconografia Busto femenino
Datación 500[ac]=301[ac] (S.V a.C.- primera mitad S. IV a.C.)
Contexto Cultural/Estilo Cultura Ibérica
Lugar de Procedencia L’Alcudia, Elx (Alacant