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“Still Life #30” de Tom Wesselman, 1963

53f4a2ab0db808e3b345188fa3faefb1Still Life #30

Pop Art, Tom Wesselman, 1963

Óleo, esmalte, pintura acrílica, collage

122 x 167,5 cm

MOMA, Nueva York

Tom Weselman (1931-2004) estudió psicología y se trasladó a Nueva York en 1956 para dedicarse a dibujar cómics. Pronto comenzó a pintar obras influenciadas por el expresionismo abstracto, pasándose en poco tiempo a la figuración. Durante su vida elaboró grandes series de obras dedicadas a aspectos de la vida cotidiana. Usó tanto la técnica del collage, como la pintura al óleo o acrílica, incluso a veces una mezcla de todo.

Después de una década de Informalismo cada vez más abstracto e incomprensible, los artistas del Pop Art decidieron llenar sus obras de objetos cotidianos, normales y vulgares, que cualquier persona pudiera reconocer y que resultaban impactantes para el espectador al verlos formar parte de una obra de arte.

“Still Life #30” es un cuadro de gran formato que nos muestra una típica cocina americana de la época con una ventana abierta con vistas a la ciudad. Todos los alimentos puestos encima de la mesa son recortes de fotos sacadas de revistas y pegados a la pintura, por el contrario, las botellas de 7up que están sobre la nevera son réplicas exactas de plástico hechas por el artista, que juega con las dos formas de presentación de objetos cotidianos presentes en el Pop Art: objetos reales tal cual o copias miméticas de los mismos. No hay que olvidar que todos los productos que ofrece la sociedad de consumo son copias fabricadas en serie, incluso las mismas personas acaban siendo copias unas de otras, por lo tanto, Wesselman se toma la licencia de fabricar también copias de lo que podría haber obtenido en la estantería de cualquier supermercado. En la ventana hay una maceta con flores de plástico pegadas, que son las más ordinarias de todas las flores y a su lado, dos naranjas pintadas al óleo que parecen sacadas de un cuadro de Cézanne y que convierten al cuadro en una mezcla de bodegón antiguo y moderno, compuesto por la tradicional pintura al óleo, los innovadores recortes y los objetos de plástico.

Todo el cuadro está ejecutado con brillantes colores separados en grandes superficies rectangulares, la nevera, la ventana, las paredes azul y roja, el lavadero y la mesa. Es un universo de productos en serie, copias y réplicas, desde la comida industrial hasta el cuadro de Picasso colgado en la pared.

Así como los informalistas intentaban representar el mundo interior, Wesselman representa con este bodegón el mundo que rodeaba a las personas de los años sesenta, dominado por la industria, el consumo y el desarrollo.

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