La Leona Herida, s. VII a.C.

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“La Leona Herida” es un bajorelieve en alabastro que formaba parte del conjunto escultórico del Palacio de Asurbanipal en Nínive. Se realizó en el siglo VII a.C., el momento de máximo apogeo de la escultura asiria.

Asurbanipal fue el último gran rey de Asiria, los últimos años de su mandato coincidieron con el declive del reino y cuando murió, las guerras fraticidas entre sus hijos lo llevaron a la catástrofe total.

Fue famoso por ser uno de los pocos reyes de la antigüedad que sabía leer y escribir, durante su reinado hubo un gran esplendor, no solo militar, también en la cultura y las artes.

Los relieves asirios son muy importantes y tienen mucho interés histórico porque retratan de forma fidedigna todo tipo de acontecimientos tanto militares como de la vida cotidiana de la época. Su función era muy propagandística, el relieve de la leona era uno de los muchos que cubrían las paredes del palacio del rey, eran verdaderas narraciones en piedra de las grandezas y la valentía del monarca. También de lo implacable y cruel que podía ser con sus enemigos.

No es casual que aparezcan escenas de caza de grandes felinos, esto era por dos razones, una, representar la realidad: el rey cazaba leones como deporte, la otra razón era simbólica: los grandes felinos alteraban la paz y el orden del pueblo, eran aquello amenazante para las gentes, terrorífico. El rey, al cazarlos, aparecía como el protector de la sociedad, un ser valiente cuyo poder era mayor que el de estas grandes bestias.

La leona herida es una muestra ejemplar del naturalismo y realismo alcanzado por los relieves asirios. El animal está muy malherido, dos flechas le han atravesado la columna y va arrastrando las dos piernas traseras, inmovilizadas, mientras que su parte delantera continua viva, con toda su fiereza, intenta mantenerse en pie mientras ruge, es un animal noble, una reina… pero Asurbanipal la ha vencido, es superior.

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El artista consiguió mostrar la tensión de los músculos del animal, su agonía, llenó de detalles el relieve, como la sangre manando de las heridas de las flechas, las orejas plegadas contra la cabeza, las garras, los bigotes…

Aún así, si nos fijamos bien, a pesar del realismo de la leona, de todo su detallismo, podemos comprobar que el relieve sigue líneas de composición muy marcadas, la principal, en diagonal descendente, coincide perfectamente con el lomo del animal, y las líneas marcadas por las patas delanteras coinciden con las flechas clavadas en la espalda.

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