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La calavera de Adán

¿Que significado tiene la calavera que aparece a los pies de la cruz en las representaciones artísticas de la Crucifixión a lo largo de la historia del arte?

Mi viaje a Pisa

Guía de mi viaje a Pisa y sus principales edificios históricos.

San Juan del Duero

Uno de los conjuntos monásticos románicos más importantes de la península, situado a las afueras de la ciudad de Soria.

Santa María de Uncastillo

Tuve la ocasión de visitar Uncastillo en julio de 2016. Es una localidad situada a 115 km de la ciudad de Zaragoza en la comarca de las Cinco Villas, limítrofe con Navarra. Se trata de un municipio hermoso con un núcleo urbano medieval perfectamente conservado lleno de casonas palaciegas e iglesias románicas que fue declarado conjunto histórico-artístico en el año 1966 y por el que pasear se convierte en un verdadero placer.

La Villa de Uncastillo fue conquistada a los árabes en el siglo X. Posteriormente, su situación fronteriza con el Reino de Navarra la benefició económicamente, provocando durante el siglo XII un aumento de su población y una expansión urbanística, período en el que se construyeron seis iglesias románicas, algo excepcional en la zona.

Ramiro II de Aragón durante su reinado siempre intentó beneficiar a la villa de Uncastillo porque le fue leal en la rebelión de algunos nobles aragoneses partidarios de que Alfonso VII de Castilla fuera el monarca del Reino. Así que en el año 1135 les cedió un solar situado a la orilla del río Riguel, ya ocupado por una antigua iglesia mozárabe nombrada por primera vez en un documento del año 1099, para que se construyera en él la iglesia románica de Santa María que podemos disfrutar actualmente. En enero de 1155, Ramón Berenguer IV de Barcelona, le concedió los diezmos de la villa y en noviembre de ese mismo año, el templo fue consagrado por el obispo de Pamplona, a cuya diócesis pertenecía. En todas sus etapas fue un templo muy importante en la villa e incluso durante un tiempo alcanzó el rango de colegiata.

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La portada sur es el elemento que distingue esta bonita iglesia románica de cualquier otra, ya que se trata de una obra maestra de la escultura, única en toda la península. Se sitúa entre dos contrafuertes de doble pilastra y está compuesta por un arco de medio punto que llega casi a la altura de los canecillos dentro del cual se inscribe la portada en sí. Dicho arco está cruzado por un diámetro orlado con cenefa de roleos que se prolonga también por las pilastras laterales. Encima de la cenefa se sitúan dos bajorrelieves juntos, uno de un Evangelista bastante deteriorado y otro de un Cristo en Majestad, que seguramente fueron recolocados allí provenientes de algún otro lugar del templo. Parece ser que estuvo protegida por un porche que ya no existe.

Debajo de la cenefa, la portada está protegida por un guardapolvo decorado de entrelazos y motivos vegetales y se compone de tres arquivoltas abocinadas con dovelas muy decoradas, apoyadas en seis columnas con sus correspondientes capiteles historiados. Carece de tímpano.

Las arquivoltas están decoradas con personajes, animales, monstruos y motivos vegetales. Que se sepa, no hay ningún orden entre ellas, ni ninguna trama descriptiva. El conjunto es un caos que viene a resumir la vida del hombre cristiano. Muestra tareas cotidianas, vicios, pasiones y pecados a redimir así como la eterna lucha entre el bien y el mal que sucede en el interior de cada persona. Su función era transmitir a los fieles de la época, la mayoría analfabetos, que traspasar aquella puerta y acceder al interior del templo implicaba la salvación del alma y el perdón de los pecados. Las figuras esculpidas en los capiteles se refieren al plano trascendental y simbólico y las de las arquivoltas al plano humano, mucho más complejo.

Estilísticamente, al igual que el resto de iglesias de Uncastillo, la de Santa María guarda relación con las portadas románicas construidas en el sur de Francia, región de dónde provenía Gascón IV de Béarn, el Señor de Uncastillo, de ahí su vinculación artística.

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Los relieves de la arquivolta exterior son de gran tamaño y mucha profundidad. Se compone de 21 dovelas, cada una con una figura independiente. Los motivos esculpidos guardan relación con los canecillos de la cabecera del templo, incluso algunos se repiten, esto, junto al excesivo tamaño de las piezas, hace pensar que seguramente eran canecillos reconvertidos en dovelas y dispuestos formando una arquivolta. El mensaje que pretende transmitir al creyente es el de “no te entregues al pecado o te condenarás eternamente”. Se supone que todas las figuras representan metáforas de pecados o formas de vida deshonesta y relajada, no en vano son las que más hacia fuera están de la puerta del templo, se han apartado de ella situándose lo más lejos posible de esa entrada que significa la salvación.

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Las figuras representadas son las siguientes: un grupo de tres hombres sentados, tal vez representando a los estamentos sociales o tal vez a las tres edades del hombre, animales como carneros, monos o un par de aves picándose mutuamente las patas, un hombre enseñando la dentadura de un león, un carnicero degollando un cordero, un hombre con una máscara de fiera, varios figuras tocando instrumentos musicales, una pareja bailando, un contorsionista, una pareja sujetando un plato vacío y llevándose las manos a la cabeza, un hombre con un cántaro llevándose la mano libre a la cabeza, como una señal de enajenación, un hombre encima de una mujer acariciándole el pecho o una figura humana con pezuñas en lugar de pies que estira la cola de un animal fabuloso.

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La arquivolta central se compone de 17 dovelas. El mensaje que quiere transmitir al fiel sería el de “apártate del mal.” Las figuras son muy originales porque están como asomándose desde detrás de una moldura de bocel, apoyando los codos en ella y con las piernas colgando por debajo. Representan las tribulaciones del hombre y lo que le ocurre cuando se aparta de la vida de oración y trabajo. La mayoría de las figuras representan hombres y mujeres gorditos, caricaturescos, algunos de ellos peleándose y tirándose de los pelos. Un muestrario de mercaderes, posaderos, camorristas y burlones acompañados de algún monstruo semioculto y en el que destaca una curiosa escena de un sacamuelas arrancando con sus tenazas el diente de un cliente.

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La arquivolta más interior también tiene 17 dovelas y muestra el enfrentamiento entre una vida con rectitud y el mal oculto contra el que hay que luchar diariamente para alcanzarla. En ella hay figuras esculpidas arriba y abajo de una moldura en un ángulo de 90 grados. Su tamaño y profundidad es bastante reducido. En la parte de arriba hay escenas de campesinos trabajando representando la vida de trabajo que dignifica al hombre, mientras que en la parte de abajo hay escenas de luchas entre animales, bailarinas, brujas, actividades escatológicas, sirenas y otros animales fabulosos, que representan el inframundo y por eso están situadas mirando hacia abajo, fuera de la “mirada de Dios” en el cielo y, justamente, en el punto más visible para los fieles que accedían a la iglesia, como advertencia de lo que tenían que huir.

Por lo que respecta a los capiteles, de los tres de poniente el más interior representa a un jinete a caballo atacado por dos personajes a pie, metáfora de la lucha del hombre contra el mal y los pensamientos impuros. El capitel central representa a dos personajes enfrentados cabalgando unas fieras que parecen leones y en el capitel más exterior hay dos escenas relacionadas, en una cara aparece un entierro, con un difunto en un ataúd y unos personajes rezando, lo que representaría la muerte carnal, y en la otra cara hay dos ángeles llevándose el alma del difunto, representando el paso del alma al otro mundo.

De los tres capiteles de la parte oriental, el más interior representa la expulsión de Adán y Eva del Paraíso, ya que es el más cercano a la puerta y, por lo tanto, el más visible para todo el que entraba al templo, que no tenía más remedio que toparse con la escena que significaba que el hombre se convertía en mortal, debía ganarse el pan con el sudor de su frente y luchar diariamente contra el mal por la salvación eterna de su alma. En el capitel del centro, siguiendo el tema de “apártate del mal”, se representa la huida a Egipto de la Sagrada Familia y en el más exterior hay unos demonios llevándose el alma de un difunto al Infierno, que significaría el terror absoluto para un creyente de aquella época. Este último capitel sería el opuesto al capitel de poniente que representa la muerte y subida al cielo de un difunto.

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Uncastillo Zaragoza

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Como curiosidad, señalar que en la huida a Egipto aparecen cinco personajes en lugar de los cuatro habituales, ya que se ha esculpido a un hombre llevando al caballo del morral. También señalar que Adán y Eva van vestidos con una especie de traje de pelos y ambos están mostrando las palmas de sus manos.

Respecto a las seis columnas solo decir que las dos exteriores de cada lado son torsionadas y las centrales están decoradas con entrelazos y palmetas. Todas tienen una basa visible que hasta hace poco estaba oculta por un banco corrido que fue retirado en una de las últimas restauraciones del templo.

Contemplar la sorprendente portada meridional de Santa María es una excusa perfecta para visitar Uncastillo que, además de esta iglesia, cuenta con una de las concentraciones de arte románico más importantes de todo Aragón. En definitiva, una excursión muy satisfactoria para cualquier amante del arte.

Fuentes utilizadas:

Wikipedia

A.García Olmedes – Romanicoaragones.com

Cultura.dpz.es Diputación de Zaragoza

Enciclopedia-aragonesa.com

Todas las fotos son de José Mª Sancho, excepto la primera de todas que pertenece a la web de romanicoaragones.es

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Cimborrios románicos de Zamora y Salamanca

Interior del Cimborrio de la Catedral de Zamora

Interior del Cimborrio de la Catedral de Zamora

Las dos catedrales comenzaron a construirse en el siglo XII, son más o menos contemporáneas, de una época de transición al gótico. Pertenecen a un grupo de catedrales localizadas en el sur del Reino de León que tienen como elemento en común y característico un tipo determinado de cimborrio cupuliforme que cubre justo el punto de intersección entre la nave central y el crucero.

Se cree que el primero fue el de la Catedral de Zamora, que inspiró al resto, hasta tal punto que se conocen como Grupo de Cimborrios del Duero.

El origen de este tipo de cimborrios en la zona es controvertido, unos han querido relacionarlo con construcciones orientales o musulmanas, otros con el mundo bizantino, la realidad es que tienen cierto parecido con edificios de Aquitania o con las torres de la Catedral de Poitiers y por supuesto, cierto aire bizantino, a pesar de eso, últimamente se especula que el estilo es propio y genuino de la zona del Duero y que no se recibió influencia externa.

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Cimborrio de la Catedral de Zamora

Cimborrio de la Catedral de Zamora

Torre del Gallo, Catedral Vieja de Salamanca

Los dos cimborrios tienen la misma estructura: un tambor cilíndrico que descansa sobre cuatro pechinas, en el caso de Zamora es de un solo cuerpo y en el de Salamanca de dos. El tambor tiene ventanas abiertas en arcos apuntados. La de Zamora tiene un aspecto más robusto pero La Torre del Gallo, al tener un cuerpo superior le da un aire más esbelto.

Encima del tambor está la cúpula, semiesférica, un poco peraltada en el caso de Zamora y más cónica y vertical en la de Salamanca. Las cúpulas están divididas en gallones, mediante crestas formadas por una especie de pequeños cilindros de piedra con un agujero en medio. En el de Zamora las crestas son continuas y en el de Salamanca estos elementos están separados unos de otros por un pequeño espacio. Entre cresta y cresta, todo el gallón está decorado con escamas de piedra semicirculares, esculpidas en el mismo sillar.

Interior de la Torre del Gallo, Catedral Vieja de Salamanca

Interior de la Torre del Gallo, Catedral Vieja de Salamanca

El tambor y la cúpula están separados por una imposta de arquillos ciegos y, seguramente orientados a los puntos cardinales, hay cuatro frontones triangulares aguantados por columnillas.

El tambor tienen adosadas cuatro torrecillas cilíndricas seguramente para contrarrestar el empuje de la cúpula. En el caso de Zamora no, pero en el de Salamanca podemos entrever detrás de dichas torrecillas unos contrafuertes, piezas que están reforzando la estructura. Las torrecillas, tanto en un sitio como en otro, imitan la arquitectura del cimborrio, son como réplicas en pequeñito.

La cúpula acompañada de las torrecillas y frontones le dan un aire muy oriental y exótico a los cimborrios. En resumen, estamos ante un estilo de arte muy peculiar e inconfundible.

Pintura Románica en el MNAC de Barcelona

El fondo de arte románico, siglos XI-XIII, del MNAC está integrado, aparte de su excepcional conjunto de pinturas murales, por un rico fondo de pintura sobre tabla, el más numeroso y antiguo de Europa. El Museo es visita obligada para todos los amantes y estudiosos del Arte Medieval.

El autor de todas las imagenes de este post es José María Sancho Aguilar, que las hizo en una de sus visitas al museo y que avisa a todo aquel que no las use  del modo debido o en beneficio económico propio que su alma será pesada por ángeles y demonios en el Purgatorio el día que pasé a mejor vida, para calibrar el peso de su maldad.

Frontal de altar de Esquius. Autor: Anónimo. Cataluña. Taller de Ripoll. Procede probablemente de la antigua iglesia de Santa María del castillo de Besora, Segundo cuarto del siglo XII

Frontal de altar de Durro. Autor: Anónimo. Cataluña. Ermita de Sant Quirc de Durro (La Vall de Boí, Alta Ribagorça). Mediados del siglo XII.

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Frontal de altar de Durro.

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Tapiz de la Creación de la Catedral de Girona

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Es la pieza capital y más conocida de la Catedral de Girona. Se le denomina “de la Creación” por el tema representado en la parte que ha sobrevivido hasta nuestros días, un paño de 4,70 x 3,65 metros que, según algunos estudiosos, podría haber tenido unas dimensiones originales de el doble de lo expuesto.

El origen del tapiz es incierto. No se sabe cuando apareció en la catedral, ya que no figura en ninguno de sus libros de inventario, además, la primera alusión escrita del mismo es del siglo XVI, por motivo de una visita del Emperador Carlos V, en la cual se narra que le gustó tanto la pieza, que volvió a la catedral solo para contemplarla. En dicho escrito se le nombra como “lo drap de Carles el Gran de la història de l’emperador Constantí” y posteriormente también se le cita como “de Carlemany”, como tantas otras piezas de la catedral, no se sabe bien porqué.

Tampoco se sabe seguro cual era su uso. Unos piensan que era un baldaquino del altar mayor, otros que lo usaban para decorar alguna parte del templo en fiestas señaladas, incluso hay quien opina que se usó como alfombra para un importante concilio que se celebró en la catedral a finales del siglo XI, en el que se data más o menos su confección. A pesar de los elogios de Carlos I, la singularidad de la pieza no se descubrió hasta el siglo XIX, y solo con fines eruditos y de investigación. Por desgracia, para entonces ya estaba muy deteriorado.

Sobre la fecha y lugar de su confección también hay dudas. Se data entre el siglo XI y la primera mitad del XII y se desconoce el taller donde se confeccionó, tal vez en el sur de Francia o tal vez en la misma zona de Girona. Hay quien opina que fue un encargo de una dama noble y que fue bordado en un monasterio femenino. Como suele ocurrir en estos casos, se intenta relacionar con mujeres famosas de la época, como Mafalda de Apulia (1061-1108), la esposa del Conde de Barcelona Ramón Berenguer II, enterrada en la misma catedral.

Aunque se le llame tapiz, en realidad no lo es. Se trata de una pieza de sarga de lino bordada con hilos de lana de colores con una técnica llamada “pintura a la aguja” o “punto de figura”, un tipo de bordado en punto de cordoncillo, aparecido en la Edad Media, en el que los hilos resiguen la silueta de las figuras, o las llenan completamente, dando una falsa apariencia de tapiz.

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En el tapiz se representa el cielo y la tierra, lo humano y la naturaleza y la imagen cosmológica del mundo de los inicios de la Baja Edad Media, estas representaciones cosmológicas eran habituales y las podemos encontrar en otras piezas de la época.

Para entender mejor la iconografía, disposición y significado del tapiz debemos remitirnos a la idea medieval de que Dios era el Gran Creador del Universo, cuyo centro era la Tierra, alrededor de la cual estaban los siete cielos (el aire, el éter, el firmamento -con los cuerpos celestes-, el espacio ígneo, el cielo de los ángeles y el cielo de la Trinidad). El hombre de la Edad Media tenía una concepción divina de la Tierra, en la que era un disco plano sobre el que estaban los cielos nombrados. También hay que tener en cuenta los manuscritos iluminados, que extendieron por toda Europa las imágenes del Génesis bíblico. En especial el de Viena (siglo VI), proveniente de Siria, o el Cotton Genesis (siglo IV o V,) proviniente de Alejandría, en cuyas imágenes seguramente se inspiró el Beato de Liébana y que también podemos observar en el tapiz de Girona.

La parte del tapiz que ha sobrevivido está formada por tres ciclos iconográficos: El Génesis, los Elementos Cósmicos y la leyenda de la Vera Cruz de Santa Elena, desarrollados alrededor de la figura del Cristo Pantocrátor y creador del mundo. El significado de los tres ciclos es la búsqueda de la salvación. La estructura es un círculo central dentro de un rectángulo, que, a su vez, está rodeado por unas franjas.

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El centro del tapiz está ocupado por la figura del Pantocrátor (1), representado como un hombre joven y sin barba, con atributos apocalípticos, de clara influencia bizantina. A su alrededor hay ocho escenas radiales, formando un círculo, que narran el Génesis desde la creación del mundo hasta la creación de Eva. Podemos trazar una raya imaginaria horizontal que parta el círculo en dos, a la parte de arriba estarían los primeros días del Génesis antes de la creación de los animales y el hombre (escenas 2 a 6),  y abajo las escenas siguientes (escenas 7, 8 y 9). En todas podemos ver claramente la influencia de los iluminados de Viena y el Cotton alejandrino. Toda convergen hacía la figura del Pantocrátor (1), para que quede claro que nos encontramos ante un círculo (cosmología) y no ante una figura anular.

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La transición del círculo central al rectángulo deja cuatro espacios triangulares en los que están bordados los cuatro vientos cardinales, representados como jovenes desnudos imberbes a la manera de los puti romanos, con alas en la espalda y en los pies, soplando cuernos y cabalgando encima de botas de cuero. Los vientos, los podemos ver representados ya más o menos iguales en los sarcófagos paleocristianos.

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En el borde exterior, alrededor del rectángulo, hay unas franja con diferentes escenas que representan el paso del tiempo: en la parte horizontal superior está el año en el centro, representado por un anciano con barba que lleva debajo del brazo la rueda del tiempo y a su lado las cuatro estaciones, representadas con escenas agrícolas, algo muy comun en el arte románico. A los extremos de la franja se representan los dos ríos del paraíso, como unas jarras vertiendo agua. En las franjas verticales de los lados se representa el calendario, donde cada viñeta representa un mes, con escenas de caza, campo o el mismo discurrir de la vida, siempre en concordancia con el mes representado. A cada lado del tapiz, interrumpiendo el ciclo de los meses, hay una representación del sol, como un helios arriba de una cuadriga y otra de la luna, donde se ven unos bueyes y el resto ha desaparecido.

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En la franja horizontal inferior está el tercer ciclo del tapiz, representando la leyenda de Santa Elena y la Vera Cruz. Está muy deteriorada. Sabemos que la historia fue muy popular en la Edad Media, escribiéndose en martirologios y tratados. Hay una versión muy detallada en la Leyenda Aurea de Iacobus de la Voragine, escrita en el siglo XIII.

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Muchas de las escenas bordadas recuerdan a algunas de las pinturas murales del Panteón de los Reyes de San Isidoro León o a las esculturas de la portada de Ripoll. La disposición de la representación del tiempo en las franjas superior y laterales, con las estaciones y los meses ya las podemos observar en las catacumbas romanas, y aquellas ya son adaptaciones de las creencias paganas, así que esta simbología viene de muy antiguo.

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